El macizo de Itzina, visto desde el aire, es una espectacular meseta rocosa que se alza del entorno, rodeada de una cresta de paredes de hasta 1.000 metros de altura que protegen el interior cóncavo. 

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Los arrecifes de coral que crecieron en mares cálidos y poco profundos hace unos 110 millones de años son el origen de las calizas que forman el macizo. Las lluvias que las resquebrajan las rocas al filtrarse son las responsables de las enormes cuevas subterráneas con innumerables estalactitas y estalagmitas bajo el subsuelo.

En el interior, un auténtico laberinto de piedras se mezcla con las hayas que crecen en los sitios más abruptos e insospechados formando bosquetes que dan cobijo a salamandras, ranas bermejas, lirones grises y zorros. 

En el roquedo habita la lagartija roquera, el alimoche, el cernícalo, las chovas y en las cuevas y oquedades los murciélagos.

Itzina es un auténtico ecosistema natural protegido que alberga 175 especies de musgos y hepáticas catalogadas.

Los restos de carboneras y chabolas de pastores, junto a yacimientos prehistóricos, son testigos del quehacer humano. Se conservan los restos de una nevera que hasta mediados del siglo pasado abastecía a Orozko para hacer hielo y preservar los alimentos.